Lo ocurrido en la manifestación anti-Troika durante el Global
Forum Spain organizado en Bilbao por el Partido Popular para mayor gloria del
Gobierno del Partido Popular, los desmanes producidos por un reducido grupo de
personas jóvenes contra escaparates de tiendas, quioscos de prensa, cafeterías,
mobiliario urbano, sedes bancarias…Ha dado pie a muchos comentarios y a mucha
tinta criticando la labor de la Consejería de Seguridad del Gobierno Vasco. Yo pienso
que el único fallo ha sido la de no
situar agentes en el trayecto previsto para la manifestación, quizás
preocupados únicamente por proteger a los insignes personajes del evento. Además tenemos en la memoria otro 3 de marzo, el de 1976.
No sé por qué, tras la lectura de un reportaje titulado - El
“efecto Cabacas” atenaza a la Ertzaintza
- en un diario local, me ha venido al pensamiento la suerte de varas de la
tauromaquia. El picador armado de su puya y a caballo con defensas, clava su
puya sobre el toro el cual arremete contra la defensa mientras pierde sangre a
borbotones. Claro, el toro solo es un animal y el instinto le puede como en la
fábula de la rana y el escorpión, si fuera racional no caería en la provocación
y rehuiría al picador. Para los taurinos, en esta suerte se pone a prueba la bravura del toro a la vez que sirve para “dosificar”
su fuerza.
Volviendo al citado artículo, en él se pone en boca de un
agente “parece que quieren que vayamos a esta clase de eventos de alto riesgo
con una flor en la boca”. Y esta simple frase es la que ha despertado en mi
mente la extraña analogía. Se imaginan el desconcierto de los manifestantes,
acostumbrados a tener enfrente a unos tipos armados hasta los dientes con
defensas y caras tapadas que los vuelven irreconocibles e impunes, ante unos
agentes con la cara descubierta y “una flor en la boca”. Posiblemente el efecto
de evitar violencias fuera inmediato. Ah… la Revolución de los Claveles, flores
en la boca de los fusiles
Porque cuando la gente corriente va a manifestarse contra
algo no va con la intención de pegarse con alguien y menos con la policía. Pero hasta la persona
más templada se pone tensa ante las porras y los fusiles y como con los toros, siempre habrá gente que arremeta contra el “parapeto”.
Parece que “ la mañana y la tarde de los cristales rotos” ha
generado polémica en la Ertzaintza según el diario local y según se desprende
del texto, hay agentes que no soportan
que se rían de ellos o que los insulten obviando que en ello les va el sueldo
ya que son agentes del orden aunque algunos a veces lo olvidan actuando, también
ellos, por instinto y sin apenas ser
conscientes que a veces los insultos van dirigidos a personajes sin rostro pues
lo llevan tapado, es decir que no hay en ello nada personal sino funcional.
Los que sí tienen muchos motivos para estar descontentos con
el resultado de la movilización son aquellas organizaciones que desconvocaron
en parte sus actos, debido a los incidentes provocados por unas decenas de
jóvenes. Y sin embargo han estado bastante callados. Ellos saben de sobra (o
deberían saber) que actos como los del lunes 3 de marzo han sido muy habituales
en otras ciudades del mundo. Que por ejemplo en París en los setenta era
habitual que “los autónomos” acabaran reventando manifestaciones con sus
acciones y que debido a esto los organizadores de las manifestaciones se dotaban
de fuertes “servicios de orden” propios. A partir de ahora será necesario que
en Bilbao también se doten las manifestaciones de dichos servicios que
posiblemente sean exigidos por las autoridades.
Ahora bien no hace no mucho se realizó una masiva y multitudinaria manifestación
ciudadana por motivos distintos a los de la del 3 de marzo y no hubo ni un solo
cristal roto. La pregunta que me hago es también ¿Por qué?.